TEMA V. 5: El comercio moderno en el área del Atlántico.
En el área atlántica se produce una navegación de cabotaje, aunque poco a poco toma forma una de carácter transoceánico, debido a los descubrimientos de nuevas tierras hacia el Poniente, en América. Después de los primeros siglos de la Edad Moderna las transacciones comerciales se normalizan y evolucionan en gran medida, produciendo una serie de transformaciones sociales de gran calado, caso de la exportación hacia Europa de productos como el té y el café. De una práctica elitista, estos exóticos alimentos serán consumidos por otras capas sociales de manera cada vez mayor. En este sentido, como afirma el profesor Bartolomé Yun Casalilla, se liman las limitaciones sociales, potenciándose un pensamiento igualitarista contra las diferencias de la sociedad del Antiguo Régimen.
América, tras los procesos de descubrimiento, conquista y asimilación cultural, se ha convertido en uno de los soportes del comercio a larga distancia con otros continentes, especialmente Europa (manufacturas), Asia (materias primas y ciertos productos de lujo) y África (esclavos). La explotación por parte de las autoridades coloniales, en el plano económico, muestra una serie de connotaciones de suma importancia para su desarrollo, caso del monopolio, la relación desigual de intercambios entre la metrópoli y las colonias (manufacturas por materias primas, perjudicando la evolución industrial de América), y los tipos de explotación, la minera en Perú y Nueva España, y la agrícola en Nueva Granada, las Antillas y la costa Este de Norteamérica.
La explotación económica se vincula a la iniciativa privada, aunque supervisada por las autoridades estatales, quienes recibirían pingües beneficios en forma de tributos de la más distinta índole. La coexistencia de intereses mutuos entre los particulares y la Monarquía, sobre todo en la América española, favorecerá el avance económico del Nuevo Mundo (para ello se puede acudir a la historia de personajes como Colón, Cortés, Pizarro…). Como amparo de beneficios, la búsqueda del monopolio frente a agresiones extranjeras y el fraude, las autoridades españolas promoverán la creación de la Casa de Contratación sevillana y el Consejo Real y Supremo de las Indias (en el primer tercio del siglo XVI)[1]. Sin embargo, el monopolio estatal no impedirá la participación de capital extranjero (flamenco, genovés y portugués) en el comercio americano, de manera irregular pero continuada, por lo que arbitristas como Sancho de Moncada confirmarán que las Indias españolas se habrían convertido “en un Paraíso” para estos comerciantes.
Los productos básicos del comercio con América serán materias primas y metales exportadas hacia la metrópoli (oro, plata, maderas, tabaco –s. XVI-, pieles, algodón –s. XVII-, café, melaza, ron –s. XVIII-), a cambio de paños, vinos y objetos de uso cotidiano traídos hacia las Indias Occidentales.
En el comercio español existían dificultades para la moneda, todavía con importante valor intrínseco, ya que antes de la creación de cecas en América (serán de importancia las de Potosí, Lima y México), era escasa y poseía, por ende, un valor muy superior al de la propia España. Todo ello supuso un verdadero auge del trueque o el aumento de los precios por medio de procesos especulativos controlados por los agentes estatales en América (por tanto, las redes de comercio habían derivado en una serie de enlaces de información privilegiada en el plano económico y fiscal).
Respecto al modelo portugués, su presencia firme se encontraba en la costa brasileña, de Pernambuco a Sao Paulo, pasando por Bahía y la pequeña Río de Janeiro. A decir del los estudios sobre el Portugal moderno (sobre todo en los estudios de los profesores Fernando Bouza y Rafael Valladares), habrá una inicial explotación del territorio descubierto con orígenes feudales, aunque derivará en dos procesos, uno de ocupación militar completa del territorio, como ocurriría en las Indias españolas, o bien el establecimiento de un sistema comercial de factorías. El primer modelo se lleva a cabo en Brasil, soportando con éxito la presión neerlandesa a las décadas iniciales y centrales del siglo XVII, mientras que las factorías sólo tendrán cierta vigencia en territorios africanos de la costa guineana, angoleñas y de Mozambique, y en la India y el Lejano Oriente, como demuestran las colonias de Goa y Diu (India), Malaca y Timor (Insulindia) y Macao (China).
[1] SCHÄFER, E., El Consejo Real y Supremo de las Indias. Su historia, organización y labor administrativa hasta la terminación de la Casa de Austria. Vol I. Madrid-Valladolid, 2003, pp, 31-77.
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