Bloque 2.2. Ideas generales sobre el mercantilismo en la Edad Moderna.
Existe una problemática con respecto a la valoración del proceso conocido como “mercantilismo” en las diversas escuelas económicas desde la propia Edad Moderna, pero sobre todo, en el siglo pasado. En sí, como aspectos generalizadores, se trata de un conjunto de elementos y factores económicos que se desarrollaría durante toda este amplio espectro temporal, aunque su floruit correspondería a los siglos XVI y XVII, en un período en el cual no existía una “escuela económica” propiamente dicha. Asimismo constaría de una vertiente teórica (Bodin, Azpilcueta, Moncada…), y otra práctica (monopolios estatales como la Casa de Contratación sevillana o las Compañías de Indias británica, francesa y holandesa), íntimamente relacionadas entre sí.
Factores comunes entre sí, lo que permitiría a ciertos autores hablar de un movimiento autónomo pero en la praxis unitario, será el “proteccionismo e intervencionismo estatal” en la panorámica mercantil e industrial (monopolio y autarquía, aunque no siempre únicos en un mismo período o en un lugar determinado); por un espíritu “poblacionista” (la riqueza del país depende de su población); y por el “bullonismo” (balanza comercial favorable gracias al citado monopolio de industria y comercio, o por la atracción de metal por medio de exportaciones y el comercio exterior).
La Monarquía absoluta moderna ha de intervenir en la actividad económica por medio de la legislación y por el apoyo del desarrollo de las oligarquías urbanas (en especial, la nobleza), que favorecerá su desarrollo financiero, es decir, las reservas fiscales para mantener su alto tren de vida y el propio sistema estamental que sustentaría el Estado absoluto. Todo ello se conseguirá por medio del aumento de los ingresos fiscales directos e indirectos (impuestos, enajenaciones, secularizaciones…), o del control de la producción propia o el recurso a los aranceles, monopolios coloniales y la autarquía, que favorecerían el mantenimiento del sistema intervencionista estatal.
Como se comentó con anterioridad, el término “mercantilismo” no hace alusión a una escuela económica tipificada o firmemente establecida en los ámbitos económicos de la Europa moderna y sus posesiones coloniales. Será un concepto acuñado por la historiografía liberal del siglo XIX, en un sentido peyorativo. Será por medio de la influencia de la política bismarckiana cuando se transmute en una consideración positiva, como se observa en la figura del economista conservador alemán Roscher. Avanzando el tiempo, el economista sueco Herckscher teorizará sobre el mercantilismo, ya como una escuela, conjunto de ideas y sistema de poder y aglutinamiento nacional, destacando en torno a ello la precariedad de medios empleados frente a lo interesante de las propuestas teóricas (muy posiblemente bajo la influencia de las consecuencias de la I Guerra Mundial y del Crack de Wall Street en 1929). Será con Viner, profesor en la Universidad de Chicago tras la II Guerra Mundial, cuando se abra una discusión en torno a la consideración del mercantilismo como escuela en la mayor expresión de sus términos, algo que será tratado en 1969 por Coleman (negación del mercantilismo como escuela) o por Magnusson, en 1994, que retomaría las pautas iniciales sobre el mercantilismo como escuela, o al menos, como agrupación de ideas económicas similares en la Europa moderna.
Sin embargo, las ideas generales o comunes del mercantilismo no son iguales en todo el conjunto europeo, tal y como se podrá observar en las teorías económicas de países tan diferenciados como España (o Castilla), Inglaterra, Francia y las Provincias Unidas durante este lapso de tiempo.
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