Historia versus Economía. La "discontinuidad" de Fernand Braudel.
La pujanza de la "École des Annales" durante la etapa justamente posterior al fin de la II Guerra Mundial quedaba evidenciada en la expansión de las ideas del gran historiador francés Fernand Braudel. El autor de "El Mediterráneo en época de Felipe II" aprovechará una conferencia dada en la UNAM (México), en 1951, cuyo texto se encuentra en Las ambiciones de la historia, Barcelona, 2002, pp. 119-126, para abordar un grave problema de las divergencias entre la historia y la economía en el plano de los movimientos históricos, es decir, la división del tiempo histórico.
En un primer lugar Braudel analiza el poder de la economía política sobre la historia de la economía, que a su vez "está transformando la historiografía actual". La labor de los economistas y de los historiadores se fundamenta sobre una serie de ideas y vocabularios, de origen pretérito, pese a los intentos de ciertos autores, surgidos de los centros economicistas marxistas, que niegan esa dependencia de la historia sobre unas pautas de funcionamiento de la economía política.
Braudel expresa la necesidad de forjar una "explicación histórica" ante los fenómenos de índole económica, ya que toda idea no puede subsistir per se, sino que está marcada por un contexto histórico, social y de pensamiento que la genera de identidad (y que por ello la retrotrae hacia el ser humano, no al mero dato, como potenciarían las doctrinas más rígidas de la materia económica, y que sin duda alguna, penetrarán en el mundo académico norteamericano en el último tercio del siglo XX).
Un ejemplo de la ligadura entre el hecho histórico y los términos económicos que Braudel considera esclarecedor es el vocablo "capitalismo": sobre él indica que ni siquiera Marx habló de una abstracción tal, sino que su origen se encuentra en la necesidad de la clase obrera germánica a fines del s. XIX de crear una ideología de combate. Sin embargo esta terminología claramente hegemónica en el estudio de la economía de la historia de la humanidad ha sido, para Fernand Braudel, el aplicarlo sin límite a períodos determinados de la economía, por ejemplo, del mundo moderno: "capitalismo comercial" para la época de los grandes mercaderes del s. XVI; "capitalismo industrial" para la época de aparición de las primeras empresas manufactureras en el s. XVIII; "capitalismo bancario" con respecto al avance burgués y de una élite financiera de miras mundiales en el s. XIX. En ello se puede observar lo determinante del conocimiento histórico para definir unos períodos clave del avance de la economía a nivel mundial: la simbiosis economía-historia es total.
Tras realizar esta serie de comentarios Braudel considera necesario aludir a la divergencia entre el pensamiento temporal entre los historiadores y los economistas. Para justificarlo se usa el término "corto plazo" o "coyuntura actual", hegemónica en autores economicistas como Léontieff, y el "largo plazo" de los estudiosos de la historia. El escaso margen de tiempo impuesto por los primeros se hace, a decir de Braudel, ineficaz ya que la vida económica "es movimiento", es decir, depende de los factores comentados con anterioridad.
Una aportación interesante del estudioso francés es el conflicto surgido entre el "largo plazo histórico" y la discontinuidad de estructuras surgida de la visión obsesiva de los historiadores del momento por acontecimientos demasiado inmovilistas y temporalmente casi inabarcables, es decir, lo contrapuesto a la posición de los economistas. Para clarificarlo Braudel expone una serie de factores económicos desarrollados en Francia durante un plazo relativamente largo (1770-1870) los cuales, por sí solos, no supondrían una explicación factible con respecto a los hechos resultantes de la Revolución Industrial; sin embargo, este movimiento largo, "realidad de base de la historia", supone un determinismo incompleto para el conocimiento de los fenómenos históricos.
Como resolución de la problemática de la temporalidad y sus defectos, tento la larga como la corta, Braudel considera necesario analizar la discontinuidad "en sus raíces", originada en cierto modo por el capitalismo (doctrina de base marxista), pero también por otros elementos. En este sentido se hace preciso el uso de la materia sociológica, de la consulta a la evolución de la conducta del hombre en sus distintos ámbitos (rupturas, evolución, vuelta a lo tradicional), y de la tesis de suma de "lo coyuntural y de lo estructural, del corto y del largo plazo", la búsqueda del justo medio ya teorizado en la Ilustración y que permite al investigador económico o histórico comprender mejor el proceso vital del ser humano.
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